martes, 24 de mayo de 2011

Accidente en planta altera futuro nuclear de Japón

Vista del sistema de extracción de vapor en la central eléctrica Yanaizu-Nishiyama, en la prefectura Fukushima.
El accidente en la planta eléctrica Fukushima Daiichi ha hecho más que lanzar radiación al aire y al mar y forzar a decenas de miles de personas a desalojar sus casas. Ha provocado un gran hoyo en la política energética de Japón, que había supuesto que la energía nuclear satisfaría a una parte creciente de las necesidades del país.
El Primer Ministro Naoto Kan y otros funcionarios gubernamentales dijeron durante el pasado fin de semana que Japón no abandonaría la energía nuclear como una fuente importante de energía.
Pero muchos expertos afirman que ahora será difícil para Japón alcanzar una meta estratégica que antecede al desastre de Fukushima: construir al menos 14 reactores nuevos para 2030, para unirse a los 54 que existen ahora.
Si se completan, esas plantas elevarían la participación de la energía nuclear en la generación de electricidad japonesa a alrededor de 50 por ciento, respecto de casi 30 por ciento actualmente.
Llamado ecológico
Los activistas de la energía renovable argumentan que el sismo, tsunami y accidente nuclear de marzo han dado a la nación una razón para reconstruir su economía como un líder mundial en energía limpia y renovable; aun cuando las energías solar, eólica y geotérmica combinadas ahora representan solo un uno por ciento de la electricidad de Japón. Un 8 por ciento adicional proviene de la energía hidroeléctrica.
“Es una batalla entre el futuro y el pasado”, dijo Tetsunari Iida, director ejecutivo del Instituto para Políticas de Energía Sustentable, una organización de investigación estratégica sin fines de lucro aquí.
Aquellos que comulgan más con la postura oficial del gobierno afirman que la energía renovable es demasiado costosa y requiere demasiada extensión de terreno en este país atestado, lo que deja a Japón poca opción salvo continuar enlazando su futuro a la energía atómica, con los combustibles fósiles cubriendo cualquier déficit.
“A mediano plazo, hasta 2030, no podemos ver el avance tecnológico que nos permita deshacernos de la energía nuclear”, dijo Masakazu Toyoda, director ejecutivo del Instituto de Economía Energética, en Japón.
Aun así, el futuro de los 14 reactores previstos que estaban siendo planeados es ahora poco claro, pues el público y funcionarios locales se muestran más renuentes a vivir cerca de esas instalaciones.
La Tokyo Electric Power Co. ya se ha visto obligada a abandonar los planes para construir dos nuevos reactores en el sitio de la afectada planta Fukushima Daiichi.
Y apenas hace unos días, el gobierno solicitó que otra empresa de servicios públicos, Chubu Electric Power, cerrara una planta de energía nuclear 192 kilómetros al sudoeste de Tokio hasta que la compañía pueda reforzar sus defensas contra sismos y tsunamis. Un par de días después, la compañía dijo que cumpliría.
Tantos reactores han sido cerrados debido al terremoto u otros factores, que pronto solo alrededor de 43 por ciento de los 49 megavatios de capacidad nuclear de Japón será operacional, según Reuters.
Inseguridad energética
La fuerte dependencia de Japón de la energía nuclear se origina en su inseguridad energética. Virtualmente sin petróleo y gas natural propios, depende casi totalmente de combustibles fósiles importados, lo que vuelve a la nación vulnerable a perturbaciones, por ejemplo cualquiera que surgiera de la intranquilidad en Medio Oriente.
Y el costo de los combustibles fósiles importados ha aumentado del equivalente del uno por ciento del producto interno bruto de Japón en 1998 a casi 5 por ciento ahora.
Iida del instituto de energía sustentable dijo que sería factible que la energía renovable proveyera 30 por ciento de la electricidad de Japón para 2020, con las energías solar y eólica contribuyendo cada uno con alrededor de 7 u 8 por ciento, y la energía hidroeléctrica la mayor parte del resto.
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