martes, 28 de diciembre de 2010

Hydroleaf, farola urbana y dispensador de agua solar que recoge el agua de la lluvia y la purifica







    Según el Banco Mundial, el 45% de la población mundial carece de un acceso directo a los servicios de agua potable. En otras fuentes se habla de mil millones de personas sin acceso al servicio, en tanto dos mil quinientos millones no cuentan con servicio de purificación. ¿Escandaloso? Pues sí. Hay varios factores que afectan al costo del agua potable, como la necesidad de tratar el agua para transformarla en agua potable, es decir factores relacionados con la calidad del agua en la fuente; necesidad de transportar el agua desde la fuente hasta el punto de consumo y  la necesidad de almacenar el agua en los períodos en que esta abunda para usarla en los períodos de escasez.

    Pero este problema no es ajeno a los diseñadores industriales. Por ejemplo, el diseñador Bonakdar Mostafa ha desarrollado un nuevo concepto de distribución de agua que la recoge de la lluvia y la purifica para su uso cotidiano como agua potable. El sistema se llama Hydroleaf, una unidad que funciona como depósito de agua y dispensador al mismo tiempo, y lo más sobresaliente, hace uso de la energía solar fotovoltaica para llevar a cabo el proceso de filtración. Y por si fuera poco, es además una agradable farola urbana muy apropiada para parques y jardines...







  Sostiene Bonakdar que el Hydroleaf, que cuenta con unos pequeños paneles de células solares fotovoltaicas, puede almacenar hasta 60 litros de agua en su tanque, además de dispensar agua a los transeúntes gracias al vaso que lleva incorporado el dispositivo. La energía solar recogida por el sistema también puede ser utilizada para alimentar las luces que iluminarán los espacios después del anochecer. El diseño es agradable y funcional, hasta simpático si se quiere. Pero, entre nosotros, estimado cibernauta, ¿llevará agua algún día al que pasa sed de verdad? No, desgraciadamente no; este es el típico diseño pijo-urbanita (para lucimiento de alcaldes caprichosos) que se coloca en plazas, parques y otros rincones ciudadanos que lo que menos necesitan es agua. Es un lujo que no quita la sed de quien la tiene, pero que produce un gasto innecesario. Tristemente, esta es la verdad, y lo demás es marear la perdiz. El agua potable hay que hacerla llegar allí donde se necesita de una forma más seria y llevarla de verdad.  













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